Hace quince días presentábamos este gráfico con datos de emisión y consumos energéticos para diferentes materiales de construcción.

Y muchos de vosotros me habéis transmitido que estos datos os resultan extraños. Vamos a tratar de explicarlos.

  • Fijaos que, en este gráfico, los datos están referidos siempre a kg de producto. En otros documentos, por ejemplo, las DAPs, las unidades de referencia cambian y pueden ser bien unidades de volumen, como en el caso del hormigón (m3), o unidades de peso, como en el caso del cemento (toneladas).
  • Muchos os habéis sorprendido al ver la baja huella de carbono del hormigón. De hecho, es así, el hormigón es un material con una huella de carbono baja. Ahora bien, aunque la huella de carbono del hormigón es baja, lo cierto es que el peso relativo del hormigón en un edificio es muy alto, por lo que su contribución al calentamiento global no se debe a su huella de carbono unitaria, sino a que la cantidad de hormigón en una estructura es muy alta.
  • En el caso de la madera laminada, muchos me habéis trasladado que, en las DAPs de producto, las emisiones A1-A3 son negativas. Indicaros que, en este caso, se trata de un caso claro de ingeniería contable. Efectivamente, la DAP está hecha con un criterio denominado -1/+1, es decir, que restan las emisiones captadas por el árbol durante su crecimiento y, posteriormente, al final de la vida útil (etapa C) suman las emisiones absorbidas por el árbol porque, en la mayor parte de los casos, la madera laminada se utiliza como combustible en forma de biomasa. De aquí viene el criterio -1/+1, de la resta y posterior suma de las emisiones.

Y me gustaría pararme en la importancia de este último punto. Cuando se calculan las emisiones embebidas de un edificio, normalmente se abarcan las etapas A1-A5 (materiales, transporte y construcción), pero no se tienen en cuenta, por su complejidad, las etapas de uso y mantenimiento (B) y la etapa de fin de vida (C). Por lo tanto, el cuantificar negativamente las emisiones que el árbol absorbe durante su crecimiento y diferir dichas emisiones a la etapa C del ciclo de vida, puede condicionar la toma de decisiones de los arquitectos en la dirección equivocada. Es posible que se decidan por una estructura de madera laminada con el objetivo de reducir la huella de carbono embebida del edificio, sin ser conscientes de que pueden estar incrementando la huella de carbono global a lo largo del ciclo de vida completo del edificio.